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Expectativas y felicidad

La felicidad está en tener más estatus que el vecino

Afganistán y Nigeria tienen un ingreso per cápita de menos de US$ 2.000, pero tienen los mismos niveles de felicidad que Japón, que tiene un ingreso 25 veces mayor. Un grupo de personas que ganó la lotería en EEUU y que fue comparado con víctimas de accidentes que quedaron parapléjicos, decían que disfrutaban menos que ellos de las actividades cotidianas y tenían menos esperanzas de ser felices en el futuro. No es todo: Un reciente trabajo, publicado en la revista Psychologycal Science revela que las cosas materiales hacen felices a las personas, pero que esa satisfacción tiene fecha de expiración. ¿Hasta cuándo? Hasta que esa persona se acostumbre a su nueva adquisición, pero principalmente hasta que sus amigos también se compren lo mismo y esta deje de significar estatus.

Si vivir en un país rico, ganar la lotería o tener lo que queremos no nos hace felices ¿cuánto incide el dinero en lograr esa sensación de bienestar?, ¿de qué se trata entonces la felicidad?

Feliz si el vecino no lo tiene

“No se trata de tener demasiado dinero, sino sólo más que el resto”, dice a La Tercera, el psicólogo Christian J. Boyce, autor de una investigación publicada la semana pasada en la revista Psychologycal Science, donde propone que el dinero y los bienes en sí mismos no nos hacen más felices, sino sólo el compararnos con nuestros pares y encontrarnos en un mejor estatus. “Al compararse con vecinos, compañeros de trabajo, de universidad o familiares, las personas tienen claro si son de los que, por ejemplo, tienen mejor sueldo y eso le produce satisfacción”. Es decir, comprar un Ferrari nos hace felices, pero sólo si no se lo compra todo el barrio.

Una cuestión de expectativas

Aunque la teoría puede sacar ronchas en quienes piensan que la felicidad nada tiene que ver con lo material no es el único estudio en plantearlo. El libro “La política de la Felicidad: Lo que los gobiernos pueden aprender de la nueva investigación sobre el Bienestar” (2010), del octogenario ex presidente de la Harvard, Derek Bok, comparte esta teoría y la complementa con  la conocida como “la rueda trotadora del hedonismo”, que explica que, a medida que la gente se adapta rápidamente a las situaciones mejoradas, las expectativas van cuesta arriba.  Por lo mismo tener cosas o dinero nos hará felices hasta que acostumbrarnos a ellas. Luego, volvermos a subir nuestras expectativas.

Paradoja del país rico y triste

Pero no sólo los países miran para el lado a la hora de comparar su felicidad. Así lo explica a La Tercera  Carol Graham, autora del libro Felicidad en el Mundo: La paradoja de campesinos felices y millonarios miserables (diciembre, 2009), texto donde analiza la relación entre el ingreso per cápita y la felicidad de los países.

Graham dice que Chile es un buen ejemplo de esta paradoja. En una de las encuestas sobre calidad de vida en Latinoamérica que expone su libro,  los chilenos resultaron menos satisfechos con sus condiciones de salud que los guatemaltecos. “Chile tiene mucho mejor salud que Guatemala, pero están acostumbrados a ella y quieren una mejor. Los guatemaltecos, en cambio, están acostumbrados a que sea así y no ven signos de que mejorará. Si tienes expectativas de que mejore, te afecta, si no, no”, explica y agrega que los bajos índices de felicidad de Chile, pese a que su ingreso per cápita es de más de US$ 14 mil se debe a eso. “Chile tiene una población crítica, súper ambiciosa y que se compara mucho con los otros países”.

Genética

Un estudio realizado en el año 2008 por científicos de la Universidad de Edimburgo dice que los genes proporcionan la mitad de los rasgos de la personalidad y que eso se traduce en la capacidad de ser felices.

Es más, sugieren que hay personas que tienen cierta predisposición a la felicidad y el optimismo y otros a estar abatidos, más allá de las circunstancias. Son los llamados naturalmente alegres.

Para probarlo estudiaron a 900 parejas de gemelos y mellizos con diferentes estilos de vida. Su conclusión: los genes condicionan en un 50% la capacidad de ser feliz de las personas tras ver que, en el caso de los gemelos idénticos genéticamente, comparten los mismos rasgos de la personalidad que predisponen a la felicidad, como ser sociables, conscientes y no preocuparse demasiado.

Así, unos genes adecuados pueden fortalecer frente a los momentos negativos de la vida y ayudar a superarlos. Claro, que no todo se debería a la herencia, ya que el 50% restante depende de factores externos tales como las relaciones sociales, la salud y el éxito laboral.

Fuente: Panorama Diario

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