¿Qué es la felicidad? Es una pregunta que todos nos hemos formulado alguna vez en la vida. Cómo decía Séneca en su ‘De vita beata’, “todos los hombres, hermano Galión, quieren vivir felizmente. Aspiramos a ser felices y para ello intentamos descubrir qué es. Sin embargo, cada persona posee una respuesta, una definición de felicidad diferente, y es precisamente esa disparidad de opiniones ante una cuestión tan trascendental en la existencia del ser humano una de las razones de la aparición de la ética en la antigua Grecia.
Son muchos los pensadores que a lo largo de la historia han reflexionado sobre los secretos de la felicidad y cómo conseguirla. A continuación recopilamos las opiniones de doce de los filósofos más importantes de la historia. ¿Cuál es la que encaja más contigo?
“No hay un camino a la felicidad: la felicidad es el camino.”
Buda Gautama
Muchas veces nos obcecamos en llegar a la meta, en conseguir el trabajo deseado, en ganar un partido, en tener el coche que anhelamos… y es precisamente todo lo que hacemos para conseguirlo lo que aporta la felicidad. Según el budismo, esta reside en las experiencias enriquecedoras que se viven para lograr un objetivo, ya que una vez se consigue lo que deseábamos la satisfacción es muy breve.
Según la Real Academia Española de la lengua la felicidad es un “estado de grata satisfacción espiritual y física”
“El secreto de la felicidad no se encuentra en la búsqueda de más, sino en el desarrollo de la capacidad para disfrutar de menos”.
Sócrates (470 a. C. – 399 a. C)
Para el filósofo griego la felicidad no viene de recompensas externas o reconocimientos, sino del éxito interno. Al reducir nuestras necesidades, podemos aprender a apreciar los placeres más simples.
Conocerse a uno mismo
“El hombre que hace que todo lo que lleve a la felicidad dependa de él mismo, ya no de los demás, ha adoptado el mejor plan para vivir feliz”.
Platón (427 a.C. – 347 a. C.)
Según la Real Academia Española de la lengua, la felicidad es un “estado de grata satisfacción espiritual y física”. Esta definición encajaría bastante con la versión de Platón, ya que para el filósofo griego, alumno de Sócrates, radica en el crecimiento personal y es fruto de la satisfacción conseguida a través de pequeños logros.
“La felicidad depende de nosotros mismos”.
Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.)
Ser feliz significa autorrealizarse, alcanzar las metas propias de un ser humano. Aristóteles, discípulo de Platón, sostenía que todos los hombres perseguían la felicidad. Unos son felices ganando dinero; otros, recibiendo honores, y otros viajando. Cada cual posee el secreto de su propia felicidad. Pero para eso hay que conocerse bien a uno mismo, claro está, y saber qué se quiere.
“Las grandes bendiciones de la humanidad están dentro de nosotros y a nuestro alcance. El sabio se contenta con su suerte, sea cual sea, sin desear lo que no tiene”
Séneca (4 a. C.- 65 d. C.)
El filósofo estoico creía firmemente en lo que los psicólogos llamaran ahora el “locus de control”. Un concepto ampliamente usado en psicología que afecta al punto de vista de un individuo y a la manera que este tiene de interactuar con el entorno. Para algunas personas, el locus vive en el exterior; sienten como fuerzas externas guían sus acciones. Para otros, como Séneca, el locus reside dentro.
La felicidad como obligación
“Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso, estás viviendo en el futuro. Si estás en paz, estas viviendo el presente”.
Lao Tzu (601 a. C – 531 a.) C.)
Traducido literalmente como “viejo”, Lao Tzu es una personalidad china cuya existencia histórica se debate, aunque se le considera uno de los filósofos más relevantes de la civilización china. Lao Tzu sostenía que la razón de su felicidad era vivir el presente. Quienes siempre piensan en el mañana o recuerdan con nostalgia el ayer solo generan ansiedad, estrés, y dejan de disfrutar el momento y la verdadera existencia.
“La felicidad; más que un deseo, alegría o elección, es un deber”.
Immanuel Kant (1724-1804)
La felicidad es uno de tantos deberes del ser humano, un deber último y supremo que nos obliga a ser dignos de merecerla. La felicidad en el mundo kantiano no depende del destino ni de los demás, sino de uno mismo, de la persona, es decir, de su propio comportamiento y carácter. Cuando comprobamos que hemos superado aquello que nos oprimía, según Nietzsche, es cuando somos felices
“Es el sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia ha sido superada”.
Friedrich Nietzsche (1844-1900)
Según el filósofo nihilista la felicidad es una especie de control que uno tiene sobre su entorno. El autor de ‘El Anticristo’ cree que existe la llamada voluntad de poder, una fuerza que nos da la vida y que nos ata a ella y que al mismo tiempo la convierte en atractiva, ya que es la que nos hace enfrentarnos a todas las adversidades. Cuando experimentamos que la fuerza aumenta en nosotros y nos sentimos con mucha vitalidad, cuando comprobamos que hemos superado aquello que nos oprimía, según Nietzsche, es cuando somos felices.
La huida del dolor
“He aprendido a buscar mi felicidad limitando mis deseos en vez de satisfacerlos”.
John Stuart Mill (1806 -1873)
John Stuart Mill, uno de los principales autores del utilitarismo, mantenía que el deseo de ser feliz por encima de todos los demás deseos (eudemonismo) se presenta en todo ser humano. Mill consideraba la felicidad como la búsqueda del placer y la huida del dolor, aunque no todos los placeres tienen el mismo valor, ya que los hay superiores e inferiores, y nuestras acciones deben dar preferencia a los primeros.
“De todas las formas de precaución, la cautela en el amor es tal vez la más mortal de la verdadera felicidad”.
Bertrand Russell (1872 – 1970)
El autor de ‘La conquista de la felicidad’, ganador del Premio Nobel de Literatura y conocido por su influencia en la filosofía analítica, concibe el amor como un instrumento para conseguir la felicidad. Para el filósofo británico el amor ayuda a romper el ego y a superar la barrera de la vanidad que impiden ser felices.
“La felicidad es como una mariposa, cuanto más la persigues, más te eludirá. Pero si vuelves tu atención a otras cosas, vendrá y suavemente se posará en tu hombro”.
Henry David Thoreau (1817 – 1862)
En 1845 Thoreau abandona su casa familiar para instalarse en la cabaña que ha construido junto al lago Walden. Se marcha a los bosques para vivir una vida más intensa. Es a raíz de esta experiencia cuando escribe uno de los clásicos fundamentales del ensayo moderno: ‘Walden’, un libro escrito contra toda servidumbre y a favor de la felicidad como única riqueza del ser humano, una felicidad que proviene de vivir intensamente el momento.
La felicidad se produce cuando coincide lo que queremos ser con “nuestra vida efectiva”, eso que somos en realidad
“Felicidad es la vida dedicada a ocupaciones para las cuales cada hombre tiene singular vocación”.
José Ortega y Gasset (1883 – 1955)
Ortega y Gasset mantenía que la felicidad que sentimos es directamente proporcional a la cantidad de tiempo que pasamos ocupados en actividades que absorben completamente nuestra atención y nos agradan. En palabras del propio Ortega: “Si nos preguntamos en qué consiste ese estado ideal de espíritu denominado felicidad, hallamos fácilmente una primera respuesta: la felicidad consiste en encontrar algo que nos satisfaga completamente”. Para este filósofo y ensayista madrileño la felicidad se produce cuando coinciden lo que él llama “nuestra vida proyectada”, que es aquello que queremos ser, con “nuestra vida efectiva”, que es lo que somos en realidad.
Autora: Noelia Conrado
Fuente: El Confidencial
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