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Ser feliz en la vejez

Un grupo de investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha recibido el Premio Lafourcade Ponce 2009 por un proyecto dirigido a aumentar el bienestar psicológico de los mayores alojados en residencias. Los autores, miembros del equipo investigador, destacan que el bienestar percibido no disminuye con la edad y que además puede ser promocionado a través del recuerdo de experiencias positivas.

“En el fondo de nosotros mismos, siempre tenemos la misma edad”

Graham Greene          

La psicología positiva, reciente área que aborda los aspectos más positivos del ser humano, tiene un extenso y fascinante campo de acción en todo lo relacionado con la vejez, una etapa de la vida que puede ser muy reforzante, positiva y satisfactoria (aunque no sea esa la visión preponderante en la sociedad actual) en la que la colaboración del medio ambiente es esencial. La vejez, que en sí misma no es un problema, sino una etapa de la vida, se convierte en problema cuando deja de tener un lugar y una función en la sociedad.

Ante la visión imperante de los humanos como jóvenes, sanos, atractivos y autosuficientes, las personas mayores, que suelen estar delicadas o enfermas, ser dependientes en mayor o menor grado y mostrar dificultades de todo tipo, se convierten en seres a los que uno debe evitar en la medida de lo posible. Preferimos no pensar en la vejez, mientras esperamos fervientemente poder llegar a ella en buenas condiciones.

Sin embargo, ese estado por el que, si todo va bien, tendremos que pasar, depende en gran parte de nuestra actitud actual, y el trato que la sociedad dé a sus mayores cuando nosotros lo seamos lo construimos entre todos cuando somos jóvenes.

Los que han trabajado en el ámbito de la gerontología han advertido de los prejuicios e ideas erróneas que a menudo se tienen sobre los ancianos. “¿Cómo creen que van a ser ustedes de viejos?”, se preguntan, y añaden la respuesta que ofrecen los datos de investigación: “Igual que ahora, pero con más años”. Efectivamente, los seres humanos conservamos mientras vivimos una gran consistencia en nuestros rasgos más sobresalientes: los amables siguen siendo amables, los gruñones gruñen mientras viven y los optimistas, aunque nos extrañe, siguen siendo optimistas a pesar de experimentar grandes cambios en sus circunstancias vitales.

En los últimos años, numerosos estudios han mostrado que no existen diferencias de edad en el bienestar percibido, y que incluso aumentan a lo largo del tiempo los sentimientos de bienestar, ya que mejora la regulación emocional y se tiene un mejor equilibrio de emociones positivas y negativas. Uno de los resultados más llamativos de la investigación actual ha sido dar a conocer cómo en diversos momentos duros y difíciles de la vida (enfermedades, traumas, accidentes naturales o deterioro en las etapas finales de la vida) las personas mantienen y experimentan emociones positivas además de las esperadas negativas. Experimentar emociones positivas tiene repercusiones muy importantes para la vida: Se relacionan con una organización cognitiva más abierta, flexible y compleja y con la habilidad para integrar distintos tipos de información, creatividad, y con una toma de decisiones más acertada y eficaz. Además, las emociones positivas se relacionan con la salud y la longevidad, protegen a las personas mayores de los efectos más negativos del envejecimiento y de la incapacidad, y mejoran la capacidad de afrontamiento ante la adversidad, contribuyendo a hacer más resistentes a las personas y ayudándolas a construir resiliencia psicológica.

El grupo de investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid dirigido por María Dolores Avia, y al que pertenece María Luisa Martínez Martí, además de otros profesores y alumnos de Doctorado de la misma facultad, ha recibido el Premio Lafourcade Ponce 2009 por la presentación de un proyecto orientado a aumentar el bienestar psicológico de las personas mayores que viven en residencias. El objetivo del proyecto es revisar las historias de vida de los ancianos explorando aspectos positivos de ella en sus distintas etapas. Varios estudios muestran que los ancianos que han hecho una revisión de su vida mejoran su satisfacción y bienestar psicológico y disminuyen los síntomas depresivos. Mediante el recuerdo de sucesos positivos, además de provocar emociones positivas en las personas mayores, se modifica de manera favorable la memoria autobiográfica de estas personas. La memoria autobiográfica recoge episodios específicos del pasado del individuo e influye en la propia identidad de las personas y en su experiencia emocional.

La intervención parte de la idea de trabajar con parejas constituidas por un anciano y un estudiante de psicología, en donde el estudiante explora sucesos específicos positivos de la vida de la persona mayor y guía su recuerdo. De esta manera, se activan los recuerdos positivos del anciano que generan un estado de ánimo positivo inmediato. De la misma manera que el tipo de recuerdos que se activen influye en el estado de ánimo, el estado de ánimo influye en el tipo de recuerdos que se tienen (una persona triste tiende a recordar más sucesos negativos), creándose una espiral de retroalimentación. Una persona que recuerde sucesos positivos de su vida experimentará emociones positivas (satisfacción, orgullo, realización personal, serenidad) y este estado de ánimo acorde con el recuerdo facilitará al mismo tiempo la recuperación de recuerdos positivos, creándose una espiral de mejora progresiva del estado de ánimo. La tarea del estudiante es guiar a la persona mayor en la selección y precisión de su historia de vida, y posteriormente, con el material generado, elaborar un relato que sea aceptable para el anciano y que identifique como perteneciente a su propia historia.

De esta manera, la psicología psicología acepta el reto de considerar la vejez, con todas sus servidumbres, una etapa de la vida plena de sentido y relaciones profundas con los demás.

“¿Ser feliz en la vejez?” es uno de los textos ganadores de la modalidad de Noticias del II Concurso de Divulgación Científica de la UCM
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Autor: María Luisa Martínez Martí / María Dolores Avia Aranda.
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (Psicología Clínica). Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid

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