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La felicidad como objetivo político

Debería medirse y analizarse tan estrechamente como el crecimiento del PIB.

En la actualidad se han desarrollado técnicas para medir la felicidad y existe un número importante de investigadores efectuando contribuciones. Alguien dijo “la felicidad es el único objetivo sensato para una sociedad educada y para sus miembros”. Los economistas y sociólogos de los países industrializados parecen dar principio con esta frase cuando llegan a la pregunta: ¿Qué deberíamos hacer de forma diferente para ser más felices? Por Sergio Manaut.

Para Pablo Tigani, presidente del Grupo Hacer, es obvio que las sensaciones de felicidad o infelicidad están influenciadas por factores que no siempre son materiales, además de los componentes económicos y sociológicos. No obstante, dice, parecería que pesa sobre los investigadores de los países ricos una demanda constante para que encuentren una solución mágica y repentina para mejorar la vida de las personas.

¿Se puede medir la felicidad? Tal como explica en un trabajo titulado “Los Riesgos de Extrapolarlo todo”, Tigani cree que sí. Por lo menos a nivel técnico han desarrollado una metodología que luce respetable, aún cuantitativamente. Y añade que hay muchas razones por la cual la economía está estudiando la “teoría de la felicidad”, nutriéndose de otras ciencias de apoyo. En primer lugar, explica, en algunos países ricos las cuestiones económico-financieras están en el centro del interés público. “Bastan los ejemplo de canales de noticias que mientras informan paso a paso los sucesos de una guerra, al mismo tiempo actualizan precio de las acciones que cotizan en Bolsa”, argumenta.

Se estableció en estos ensayos, destaca Tigani, que un PIB per cápita por encima de los 20.000 dólares, no garantiza una mayor felicidad. Alguien se pregunta, afirma, ¿si estos países están tan bien, por qué no son más felices sus ciudadanos? En este sentido, Tigani cuenta que a un conjunto de alumnos de la Universidad de Harvard se les preguntó qué preferían, si ganar 50.000 dólares al año y que los demás ganaran solo 25.000; o ganar 100.000 dólares al año y que los demás ganaran 250.000. La generalidad eligió la primera alternativa. Esta encuesta demostró varias cosas:

1) El dinero no solamente es un medio de pago que otorga capacidad de compra como presumía la economía tradicional, sino que funciona hoy día como un elemento de comparación con los demás

2) La posición que ciertas personas ejercen respecto a los otros se ha constituido en una fuente de satisfacción en sí misma.

3) No todo lo que viene de un país rico es deseable. Por ejemplo, la forma de ver la vida que tiene los estudiantes que participaron en esta encuesta.

Medida de felicidad de un país

Tigani recuerda que una empleada de un famoso Banco de Inversión, en sólo quince meses fue distrayendo periódicamente hasta casi 8 millones de dólares de las cuentas de dos inversores individuales muy acaudalados para los que trabajaba. Ninguno de los dos inversores se dio cuenta sino la auditoria del banco, y eso ocurrió bastante tiempo más tarde. Este incidente valió a los técnicos para afirmar un concepto: el dinero adicional les resulta más displicente a los ricos que a los pobres. Por lo tanto si parte del dinero de una persona rica pasara a una persona pobre, ésta última obtendría una felicidad mayor de la que perdería el rico, y el bienestar promedio de cualquier país aumentaría.

“Consiguientemente, un país tendrá mayor nivel de felicidad media en términos económicos, cuanto más equitativa sea la distribución del ingreso”. El consultor argentino asegura que cualquiera diría, que los economistas que arribaron a esta conclusión son economistas de la CEPAL, ciudadanos latinoamericanos, o africanos. “Pues no, así razonaron los técnicos que están trabajando en universidades e institutos de investigación privados, ellos son británicos mayoritariamente y norteamericanos”, aclara.

La “teoría de la felicidad”, para Tigani, ayuda parcialmente a entender por qué las cosas mas estimables no van bien en las sociedades más elevadas en términos de ingreso, por lo tanto podemos prevenirnos analizando puntualmente cada aspecto, antes de aplicar a rajatabla sus fórmulas. En rigor, la salud, el PBI per cápita y las condiciones laborales han progresado en los países poderosos, “pero sin embargo la familia, la sociedad y los valores, se han estropeado constantemente”.

Rol de la renta per cápita

Tigani destaca que hasta ahora el instrumento oficial de medida utilizado por los economistas es la renta per cápita-economía tradicional, y sólo sirve para dar una idea del poder adquisitivo promedio de los habitantes de un país.

Los investigadores de la teoría de la felicidad dicen que para medir francamente el bienestar, la renta per cápita debería incluir al menos cinco características:

1) La desigualdad (los ingresos suplementarios importan más a los pobres que a los ricos),

2) Los efectos externos

3) Los valores

4) La aversión a la pérdida

5) El comportamiento incoherente

Entonces, recalca, “necesitamos una revolución académica en todas las ciencias sociales” dicen los que se proponen entender las causas de la felicidad. “También necesitamos una revolución en el Gobierno”. La felicidad debería convertirse en un objetivo político, y el progreso de la felicidad nacional debería medirse y analizarse tan estrechamente como el crecimiento del PIB”.

“Todos deseamos tener un estatus social alto y, de hecho, las personas con mayor estatus viven más tiempo y son más felices”. Esto, afirma Tigani, dicen tanto los economistas como los sociólogos o los comunicadores de esta nueva “teoría en curso”.

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