Contacta con nosotros

Artículos

Cátedras sobre felicidad entre las más exitosas en universidades en EE.UU.

Fijarse en la mitad llena del vaso es lo que busca la Psicología Positiva, dejando en un segundo plano la mitad vacía que ha sido la preocupación habitual de la sicología tradicional.

Lo clásico es recurrir a un terapeuta cuando alguien no se siente capaz de manejar sus frustraciones y rabias, o está viviendo un episódio de vida crítico. Ahora las personas no esperan estar en una situación desesperada para buscar el apoyo de estos profesionales.

Esta inquietud se refleja en los campus universitarios de varios países. Más de 200 universidades e institutos en EE.UU. como Harvard, Pensilvania o Carolina del Norte, así como escuelas británicas y australianas, tratan de ayudar a sus alumnos a vivir mejores vidas por medio de cursos.

Todd Kashdan (32), profesor de Psicología de la U. George Mason en Virginia, dice a La Tercera que incorporar la Psicología Positiva en las mallas curriculares es útil para los jóvenes “en una sociedad en que tenemos miles de ‘expertos’ describiendo formas de ser feliz y que, a menudo, se contradicen entre sí.

Por esto, es necesario algún nivel de control de calidad para asegurar que se transmita buena información y que se conozca la que es incorrecta”. En su opinión el mejor control de calidad en este caso es la ciencia.

Buscando el sentido

Según The New York Times, Kashdan hace ver a sus alumnos la diferencia entre sentirse bien -que sólo produce hambre por más placer o hedonismo- y hacer algo bueno, que los lleva a sentir una felicidad duradera.

En el caso de sentirse bien, los alumnos mencionan tener sexo, beber, ver su programa de TV favorito o  chatear con los amigos. En el de hacer algo bueno, quien teme a las agujas se ofrece a dar sangre, otro recolecta ropa entre familiares y la lleva a un refugio de mujeres golpeadas, otro da una buena propina al garzón de su restaurante habitual.

En su libro ¿Felicidad o Espejismo?, la psicóloga chilena Clemencia Sarquis afirma que “el placer y la felicidad tienen orígenes distintos: la fuente de gratificación del placer es externa, se logra compartiendo con alguien dependiendo de lo que otro te haga sentir. Es algo que se obtiene desde afuera. La felicidad no, se logra desde adentro”, comenta.

Giro histórico

Hace unos 30 años, con el surgimiento de la Sicología Positiva, los investigadores comenzaron a estudiar los efectos de las emociones positivas en las personas, estableciendo que mejoran la salud y prolongan la vida.

Un trabajo clásico, realizado en la U. de Kentucky, analizó los ensayos escritos por las novicias nacidas antes de 1917, las que postulaban a la Escuela de Hermanas de Notre Dame y lo relacionaron con su promedio de vida: nueve de cada 10 postulantes del 25% que escribió ensayos más positivos seguía viva a los 85 años, mientras que sólo un tercio del 25% menos positivo estaba con vida. Otro trabajo muestra que las emociones positivas son más eficaces en prolongar la vida que dejar de fumar.

La psicología positiva no busca sólo maximizar la felicidad personal, sino que plantea involucrarse en causas sociales y conectarse espiritualmente con los demás, ha explicado en sus charlas Martin Seligman, uno de los fundadores de la disciplina de la U. de Pensilvania.

En las aulas se enseñan sencillas intervenciones: una es que cada noche al ir a dormir piensen en las cosas buenas que le sucedieron. Y según los expertos de esta disciplina, los estudios demuestran que una de las intervenciones que más aumenta la felicidad es ser agradecidos y mantener una buena relación con quienes han sido maestros o guías en nuestras vidas.

Comentarios

Además…

Más en Artículos